En éstas pocas líneas intentaré convencerte de la necesidad de enriquecer tu armario con una prenda que puede potenciar tu elegancia, dándote un toque único y distanciándote del resto de los caballeros de tu alrededor; me refiero al chaleco.
Es una pieza, que si bien se había dejado de lado durante muchos años, al punto de verla únicamente en el vestuario del novio en su boda o en el armario de aquellos más puristas del vestir, hoy estamos siendo testigos de su resurgimiento y posicionamiento como parte fundamental en las colecciones de las grandes marcas en estos últimos años.
El chaleco siempre formó parte del vestir masculino, siendo considerado desde su génesis como sinónimo de distinción, y completando el traje diario que los caballeros vestían. No fue sino hasta después de mitad del siglo XX que se popularizó el traje únicamente de dos piezas y el chaleco fue perdiendo protagonismo, quedando reservado únicamente para algunos usos determinados.
Su elegancia es indiscutible, el toque de distinción que nos aporta es indudable y ante ésto no podemos más que aventurarnos en considerar cuanto bien haría una prenda como esta en nuestro armario.
Las opciones son variadas en cuanto a colores, texturas y diseños y dada la necesidad de que éste quede ceñido de la mejor y más correcta manera, lo ideal es confiar su hechura a un sastre con experiencia, de manera que pueda confeccionar una pieza elegante y que se adapte correctamente a nuestra figura.
Tendremos la opción de escoger un chaleco simple o cruzado, de cuatro, cinco o más botones, con solapas o sin ellas, en colores lisos o con distintos diseños, todo de acuerdo a nuestros gustos y preferencias personales, lo cual nos dará la posibilidad de vestir una prenda única, que combinada sabiamente podrá vestirnos en numerosas ocasiones.
La clave estará en poder alternar distintas prendas con el fin de lograr diferentes conjuntos, sea para ocasiones formales o bien para un uso más informal o casual.
Siempre podemos recurrir al chaleco para buscar un look espectacular en un evento especial en el que deseemos escapar de la monotonía del traje de dos piezas y poder resaltar con la elegancia de un verdadero caballero.
El chaleco siempre formó parte del vestir masculino, siendo considerado desde su génesis como sinónimo de distinción, y completando el traje diario que los caballeros vestían. No fue sino hasta después de mitad del siglo XX que se popularizó el traje únicamente de dos piezas y el chaleco fue perdiendo protagonismo, quedando reservado únicamente para algunos usos determinados.
Su elegancia es indiscutible, el toque de distinción que nos aporta es indudable y ante ésto no podemos más que aventurarnos en considerar cuanto bien haría una prenda como esta en nuestro armario.
Las opciones son variadas en cuanto a colores, texturas y diseños y dada la necesidad de que éste quede ceñido de la mejor y más correcta manera, lo ideal es confiar su hechura a un sastre con experiencia, de manera que pueda confeccionar una pieza elegante y que se adapte correctamente a nuestra figura.
Tendremos la opción de escoger un chaleco simple o cruzado, de cuatro, cinco o más botones, con solapas o sin ellas, en colores lisos o con distintos diseños, todo de acuerdo a nuestros gustos y preferencias personales, lo cual nos dará la posibilidad de vestir una prenda única, que combinada sabiamente podrá vestirnos en numerosas ocasiones.
La clave estará en poder alternar distintas prendas con el fin de lograr diferentes conjuntos, sea para ocasiones formales o bien para un uso más informal o casual.
Siempre podemos recurrir al chaleco para buscar un look espectacular en un evento especial en el que deseemos escapar de la monotonía del traje de dos piezas y poder resaltar con la elegancia de un verdadero caballero.