El estilo es personal. Profundamente personal.
Así, mientras la elegancia es atemporal etérea y unánime para todos, el estilo es bien definido y pertenece a cada uno.
Dentro de las normas y cánones de elegancia, queda margen para que cada cual encuentre la forma de interpretación de esos códigos.
Experimentar paulatinamente con un ligero cambio en los colores del pañuelo, unos calcetines ó medias con motivos atrevidos, y el uso audaz de complementos y accesorios, sirven para, poco a poco, ir definiendo el estilo de cada uno.
De esta forma, y bajo ciertas circunstancias, se puede transguedir lo convencional, y aún así, resultar elegante y agradable.
Hace mucho tiempo que descubrí que cortando la solapa del cuello de mis camisas de verano y dejando sólo el pié -simulando el cuello mandarín chino, (más conocido como "cuello mao")-, me quedan bien, me gustan, y son aceptadas con comentarios favorables por los demás. Hoy: estas camisas son parte de mi imagen y estilo de verano tan aceptado por mis amigos, que estoy seguro que si dejara de usarlas más de uno inquiriría al respecto.
Otra cosa que hago habitualmente, es usar el cuello del abrigo levantado -incluso a veces también el de la camisa-, cuando visto en invierno mi top-coat directamente sobre un jersey, sobre un pullover ó -la combinación que mas me gusta-, sobre un chaleco de vestir (no uno de traje) acompañado de vaqueros. Pero eso sí: nunca lo hago con mi over-coat o mi Loden austriaco. En este caso siempre prefiero la bufanda porque si nó, ya me parece transgredir en demasía.
Hace cinco años, buscando una alternativa a los mocasines, como zapato informal de verano, en una zapatería de La Mancha en España, dí con unos Penny de tipo noruego en color cognac. La particularidad de estos (en concreto) es que tienen presillas en las orejas de la pala en lugar de tener ojales para los cordones, así que se me ocurrió cruzarlos de arriba abajo y atarlos al final en la parte inferior. A todo el mundo le gustó y son varios los amigos que en Punta del Este me han copiado.
Los accesorios son el verdadero aliado del estilo personal. Unos preferirán los relojes de bolsillo; otros los de pulsera. Algunos usan anillo tipo sello y hay quienes se sienten representados (nuestro caso), con un chevallier. El tamaño forma y diseño de los lentes ó gafas de sol serán otra de las pequeñas diferencias que hacen a cada uno. La forma de combinar sus corbatas, en algunos casos la sustitución de estas por un pañuelo, la elección entre gemelos o cubre-botones; la billetera el llavero y los elementos de escritura que uno porta; son siempre elementos representativos del estilo.
El estilo siempre es elegante y de buen gusto. Lo rocambolesco no es estilo, es sofisticación superflua.
El verdadero caballero encuentra su estilo a través de la práctica permanente de pequeñas transgresiones. De ofrecer una imagen diferente. De adoptar un estado de ánimo positivo y cómodo. Cuando lo encuentra, se gusta sí mismo y a los demás les gusta lo que transmite. Y lo mejor es que cada vez que lo logra, consigue rescatar la predisposición ajena.
Gracias por leer y hasta la próxima
Para EL CABALLERO HOY
Texto: Pedro A Suárez
Fotos: ANYMARSAN