lunes, 16 de mayo de 2016

El Chaleco

El chaleco originalmente era la primera prenda exterior. -Ya que la camisa era considerada prenda interior como la camiseta-.

Aquellos chalecos eran de tela fina y tenían mangas. Además eran largos como una camisa actual. Tenían una utilidad que hoy nos cuesta entender pero que vamos a tratar de exponer.

La gente del pueblo, como artesanos y dependientes de negocio, tenían un solo traje que usaban para todo. No solo para ir y venir a su casa: también trabajaban con ese único.

Cuando empezaban a trabajar se remangaban la camisa hasta más arriba de los codos, y ya está. Cumplían su tarea. Se ensuciaban y manchaban las manos los brazos . . . y la camisa. De hecho: la camisa era la única prenda que se cambiaban cada dos o tres días. El traje era siempre el mismo.

En esas condiciones para poder preservar el saco o chaqueta, necesitaban algo que se interpusiera entre la sucia camisa interior y la prenda exterior. ¡ese era el chaleco!

Se entiende mejor si uno piensa como si el forro del saco estuviera suelto (no cosido), y se pudiera cambiar libremente.


 Más tarde el chaleco fue evolucionando. Primero se acortó. Luego perdió las mangas y llegó hasta nuestros días como forma de estilizar la figura y permitir llevar el saco abierto (esto es preceptivo cuando uno porta chaleco actualmente). Fué cuando el reloj de bolsillo pasó a tener cadena (que antes no llevaba) y lucir a la vista ya que la prenda que estamos aludiendo adquirió bolsillos que antes tampoco tenía.



Lo más común, -y que automáticamente nos viene la mente-, es un chaleco confeccionado con la parte delantera misma tela del traje, y la parte posterior de raso o tela de forro; pero la evolución siguió avanzando y hoy se pueden ver algunos que se combinan con trajes de color diferente al del propio chaleco. Ya en la época en que las levitas eran de uso normal y cotidiano para la noche tanto salir como cenar en casa, se podían ver a los más transgresores con levitas siempre obscuras y chalecos blancos o muy claros.

Como reminiscencia de aquellos primeros que estaban hechos totalmente en tela de forro, hoy conservan la pieza de tela posterior confeccionada casi siempre en esa tela ó satén. Esta es la razón por la que un caballero en una situación formal, nunca se debe quitar el saco y por tanto: la espalda del chaleco nunca quedará expuesta. Pero esta pieza de la espalda cumple otra función importante:

Tiene un tirador atravesado con hebilla de ajuste (y modernamente algunas veces con elástico), que permite entallarlo con el fin de estilizar la figura y ajustar el frente para que luzca verdaderamente agradable y pegado al cuerpo.

Hasta ahora nos hemos referido a los chalecos de traje. Pero hay dos tipos: los de traje y los de vestir.

Los de vestir tienen ambas piezas (delantera y trasera): de la misma tela. Lo cual los ha vuelto a transformar convirtiéndolos (casi), en un saco sin mangas.  Y obviamente, como se desprende esto: están destinados a ser usados sin otra prenda exterior.  



En las fotografías se ilustra mejor lo dicho, y en otras oportunidades hablaremos de cada uno por separado.

Muchas gracias por leer y hasta la próxima
Para EL CABALLERO HOY
Pedro A Suárez (textos)

Anymarsan (fotos) 

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