jueves, 26 de mayo de 2016

Top Coat (MTM) informal


 Hace mucho que tenía la idea de un TopCoat para uso informal e incluso casual.

Así que hace unas temporadas aprovechando un viaje, fui a visitar al amigo Eufrasio en la provincia de Toledo, y le encargué la reforma MTM (Make To Mesure) de un abrigo.

Aclaro que no era un auténtico proceso MTM pero se hizo a partir de un abrigo que ya existía; así que teniendo en cuenta que se deshizo y se volvió a confeccionar con mis medidas, creo que es adecuado definirlo así.

Tenía claras algunas características que iba a exigir.

Primero, lo quería obscuro. Tenía que poder ser usado con casi cualquier combinación. Así que elegí uno de marrón muy apagado porque me permite mucha libertad a la hora de elegir colores y telas.  

No lo iba a usar para cubrir el traje; por ese motivo, también quería que el corte se pareciera más a un saco que a un sobretodo.

Y para combinar con todo lo anterior, prefería que el largo fuera de top-coat (como un abrigo tres/cuartos) y no en configuración de full-coat (sobretodo largo) para que resultara más casual.

Por último: lo imaginaba de corte entallado y no amplio, porque como dije: pensaba usarlo sin saco por debajo. Por eso mismo: no quería mangas ranglan.

Eufrasio me propuso ajustar un abrigo de tela impermeable. En un color que se adecuaba mucho a lo que había imaginado. Yo tenía en mente uno de cuatro botones, pero el propuesto por Eufrasio es de tres. No obstante, resultó perfecto una vez que comencé a usarlo.

Para cumplir con la solicitud anterior, las mangas se ajustaron para que su largo fuera igual a las de un saco, es decir: justo por encima del final de la manga de la camisa. En los sobretodos esto no es así, ya que lo suyo es que cubran el puño de todas las prendas interiores y así cubrir y abrigar mejor.  

El resultado final, de cuerpo entallado, color obscuro, y un largo total que resulta muy contenido: estiliza la figura tal como había buscado desde el principio.



Lo uso muchas veces con el cuello subido. Sobre todo  cuando lo hago con vaqueros y jersey o pullover.  Pero mi preferencia absoluta es usarlo directamente encima de un chaleco de vestir -no confundir con los chalecos de traje-.

Para esas ocasiones le he proporcionado dos bufandas que combinan perfectamente. Una es gris obscura de cashmere y la otra beige con rayas rojas y marrones que hacen pequeños cuadros cuando se entrecruzan entre ellas.

Otra ventaja de este top-coat, es que me da oportunidades perfectas para usar mis guantes tanto negros como marrones.



Cuando lo llevo con vaqueros, lo complemento con zapatos marrones de cordón, o unos monkstrap de color granate y calcetines o medias rojas tirando a burdeos. Es también cuando le combino la bufanda beige y si llevo guantes son los marrones.

Pero cuando llevo chaleco, siempre hago conjunto con pantalones de tergal o franela gris ó más obscuros. En ese caso siempre lo hago con la bufanda  obscura de cashmere y zapatos negros con medias también obscuras y es cuando los guantes negros aprovechan para salir a pasear.  

En las fotos se aprecia mejor todo lo dicho.

Gracias por leer y hasta la próxima.
Para EL CABALLERO HOY
Texto: Pedro A Suárez

Fotos: Anymarsan.

lunes, 16 de mayo de 2016

El Chaleco

El chaleco originalmente era la primera prenda exterior. -Ya que la camisa era considerada prenda interior como la camiseta-.

Aquellos chalecos eran de tela fina y tenían mangas. Además eran largos como una camisa actual. Tenían una utilidad que hoy nos cuesta entender pero que vamos a tratar de exponer.

La gente del pueblo, como artesanos y dependientes de negocio, tenían un solo traje que usaban para todo. No solo para ir y venir a su casa: también trabajaban con ese único.

Cuando empezaban a trabajar se remangaban la camisa hasta más arriba de los codos, y ya está. Cumplían su tarea. Se ensuciaban y manchaban las manos los brazos . . . y la camisa. De hecho: la camisa era la única prenda que se cambiaban cada dos o tres días. El traje era siempre el mismo.

En esas condiciones para poder preservar el saco o chaqueta, necesitaban algo que se interpusiera entre la sucia camisa interior y la prenda exterior. ¡ese era el chaleco!

Se entiende mejor si uno piensa como si el forro del saco estuviera suelto (no cosido), y se pudiera cambiar libremente.


 Más tarde el chaleco fue evolucionando. Primero se acortó. Luego perdió las mangas y llegó hasta nuestros días como forma de estilizar la figura y permitir llevar el saco abierto (esto es preceptivo cuando uno porta chaleco actualmente). Fué cuando el reloj de bolsillo pasó a tener cadena (que antes no llevaba) y lucir a la vista ya que la prenda que estamos aludiendo adquirió bolsillos que antes tampoco tenía.



Lo más común, -y que automáticamente nos viene la mente-, es un chaleco confeccionado con la parte delantera misma tela del traje, y la parte posterior de raso o tela de forro; pero la evolución siguió avanzando y hoy se pueden ver algunos que se combinan con trajes de color diferente al del propio chaleco. Ya en la época en que las levitas eran de uso normal y cotidiano para la noche tanto salir como cenar en casa, se podían ver a los más transgresores con levitas siempre obscuras y chalecos blancos o muy claros.

Como reminiscencia de aquellos primeros que estaban hechos totalmente en tela de forro, hoy conservan la pieza de tela posterior confeccionada casi siempre en esa tela ó satén. Esta es la razón por la que un caballero en una situación formal, nunca se debe quitar el saco y por tanto: la espalda del chaleco nunca quedará expuesta. Pero esta pieza de la espalda cumple otra función importante:

Tiene un tirador atravesado con hebilla de ajuste (y modernamente algunas veces con elástico), que permite entallarlo con el fin de estilizar la figura y ajustar el frente para que luzca verdaderamente agradable y pegado al cuerpo.

Hasta ahora nos hemos referido a los chalecos de traje. Pero hay dos tipos: los de traje y los de vestir.

Los de vestir tienen ambas piezas (delantera y trasera): de la misma tela. Lo cual los ha vuelto a transformar convirtiéndolos (casi), en un saco sin mangas.  Y obviamente, como se desprende esto: están destinados a ser usados sin otra prenda exterior.  



En las fotografías se ilustra mejor lo dicho, y en otras oportunidades hablaremos de cada uno por separado.

Muchas gracias por leer y hasta la próxima
Para EL CABALLERO HOY
Pedro A Suárez (textos)

Anymarsan (fotos) 

viernes, 6 de mayo de 2016

Zapatos Boxer color marrón "semi bespoke"


Está claro que los zapatos por excelencia son Boxer y de color negro. Esta configuración de calzado siempre, en cualquier lugar, y cualquier circunstancia; tiene cabida sin desentonar.

Por eso encontrar zapatos marrones del tipo bóxer es menos común. Por lo general estos se adecuan más a la configuración Derby. Si a esto le sumamos que los zapatos marrones son menos formales que los negros, y que necesitan cierto esfuerzo para combinarlos adecuadamente: entonces estos que traemos en este artículo son realmente "particulares".

 Y no nos referimos sólo a lo anterior: Es que su historia también es particular.

En el año 2007 estábamos en Buenos Aires de compras paseo y trabajo. Llegamos hasta la zapatería Batistela reconocida y frecuentada por los elegantes argentinos (y algún profano como nosotros), para comprar un par de zapatos que, según llevábamos en mente, fueran casuales un paso más allá de sólo informales. La idea era usarlos con pantalón beige y calcetines rojos en verano, o con vaqueros y medias de lana con rombos a dos ó tres colores en media-estación.

Pero la zapatería nos sorprendió y nos sacó inmediatamente de nuestra idea inicial,  al ofrecernos estos zapatos que tienen un diseño híbrido entre Derby y Oxford. Con un exquisito color marrón que se deriva hacia el granate pero sin exagerar en el rojo; y que tienen puntera sobrepuesta (lo que los españoles llaman "antifaz") con picado semi-brogué  que no cala totalmente hasta el interior del zapato como lo hacen los auténticos brogué.


 En suma: unos zapatos raros, únicos, diferentes, de buen gusto, y con personalidad propia. Verlos y decidir comprarlos fue "todo-uno". Pero se presentó algo que si bien no era un problema, hizo más lenta la compra: resulta que nuestro número no es fácil de encontrar. Aunque yo mido 1.70 calzo los 38 de aquí y 39 de Europa.

Por supuesto que no los tenían y había que encargarlos, así que nos pusimos a conversar sobre esto y al decirle al dueño que teníamos tienda en España y que este modelo en particular se adaptaba bien a nuestros clientes; este hizo algo propio de todo elegante que no lo es sólo por la vestimenta sinó también por su gentileza: nos puso en contacto directo con el fabricante. Este, -que por razones de discreción y elegancia no diremos quien era-, nos propuso, ante la posibilidad de contar con un cliente en Europa (nuestra tienda), que nos haría un par a medida que a su vez serviría de muestra para decidir en España sobre algún posible pedido.

La oferta fue más llamativa aún, porque los productos de esta marca son RTW. Y aunque efectivamente en el taller nos tomaron la plantilla del pié, nos nos consta que hayan realizado una horma a propósito. Mas bien nos decantamos por pensar que adaptaron algunos de sus talles (más o menos en un proceso MTM) para atender  nuestra necesidad.

Por eso es que a esta entrega la hemos titulado "semi bespoke". De cualquier manera: este se ha convertido en uno de los pares más entrañables que tenemos. Las oportunidades de usarlos son tan excasas como especiales. De hecho: a partir de su adquisición, compramos un traje en color claro casi té-con-leche muy liviano para verano, que nos ha acompañado en varias reuniones informales siempre antes de la noche. Y también un conjunto de pantalón marrón-claro (el de las fotos) en tejido de espiga y algo de peso en la tela para media estación;  que los combinamos con un jersey rojo obscuro (parecido al tono de los zapatos) y siempre medias y camisa celeste para  ocasiones muy casuales a cualquier hora del día. En algunas oportunidades por la noche, al salir de algún asado de camaradería, le aumentamos una campera corta de antílope marrón que complementa (según nuestro gusto), a la perfección.  


Estos zapatos como hemos dicho, simulan brogué pero de manera muy fina. Su elaboración ha sido tan cuidada, que al principio del corte para las solapas de los ojalillos de los cordones (es decir: del lado de abajo), para que no haya deterioro con el uso, tienen una mini (pero muy mini) lengüeta que protege el corte -porque como nuestros lectores saben: los Oxford están abiertos en la misma pieza que forma el zapato y no tienen solapas externas como los más comunes del tipo Derby-. Esta mini-lengüeta la puede observar en el extremo de debajo de los cordones si el lector pone atención, en las fotografías que acompañan esta entrega.  

Gracias a su excelente manufactura cuentan con cambrillón que en la fotografía inferior -de la no menos excelente suela-, hemos buscado que el reflejo de la luz, lo ponga en evidencia notándose perfectamente el perfil del mismo.


 Otro detalle del que estamos encantados, es la calidad del cuero empleado. Esta es fácilmente comprobable con un detalle que también hacemos ver en otra de las fotografías: Como corresponde a zapatos de esta calidad, el cuero no se marca cuartea ni forma arrugas con el uso. Se puede apreciar perfectamente la ductilidad del zapato que está apoyado sobre la delantera mientras el que está plano no muestra ninguna marca, a pesar del uso que aunque también es cierto que como hemos dicho: no ha sido mucho, pero sí suficiente para que otros de menor calidad, lo  acusaran. Incluso la suela, que hemos lustrado para esta ocasión, ha vuelto a lucir casi como nueva.  

Sólo nos queda resaltar la indescriptible (con palabras) comodidad y confort que llega casi a la de unas zapatillas de tela a pesar del perfil y aspecto fuerte que tienen. Ya llevan nueve años con nosotros y estamos seguros que sólo son el principio de lo que nos van a acompañar.


Gracias por leer y hasta la próxima
Para EL CABALLERO HOY
Pedro A Suárez (texto)

Anymarsan y Aurelio (fotos)